La formación de postgrado está jugando un papel cada vez más importante en el mercado laboral europeo. Tanto los universitarios que se incorporan al mundo profesional, como quienes ya están en él, son conscientes de la cada vez mayor competitividad del mercado y de la necesidad de diferenciarse más allá de lo que les haya aportado la universidad.
A esta creciente competitividad hay que añadirle la crisis financiera a nivel mundial, unida a la crisis estructural y del sector de la construcción a nivel España, lo que está propiciando que muchos profesionales estén perdiendo sus puestos de trabajo, ya que algunas empresas se ven obligadas a reducir sus plantillas, y que a los recién licenciados les sea cada vez más complicado acceder al mercado laboral.
Esto hace que muchas personas que ya estaban trabajando y habían pausado o dado por finalizado su proceso de formación se planteen, ante esta nueva coyuntura, realizar una formación de postgrado que les permita obtener un valor añadido y ser más atractivos para las empresas.
Y, por supuesto, también hay una gran mayoría de estudiantes que cuando están finalizando sus estudios universitarios se plantean completar su formación, antes de incorporarse al mercado laboral. Saben que es importante tener un perfil más profesional que les permita empezar su experiencia laboral con una ventaja comparativa respecto a quienes se incorporan a trabajar nada más terminar sus estudios de grado.
Es cierto que en estas épocas de crisis estudiar un programa máster implica un mayor esfuerzo económico. Los centros que los imparten tendrán que buscar el apoyo de las entidades financieras para que no sean muy restrictivas, a pesar de la coyuntura actual, y puedan facilitar financiación a quienes deseen invertir en una formación personal de calidad.
Así pues, y con este afán diferenciador,
nos encontramos con un escenario en el que recién licenciados y jóvenes profesionales recurren a la formación de postgrado como herramienta útil para afianzar y ampliar sus conocimientos, cubrir el vacío de práctica del que adolece la universidad y prepararse para puestos de mayor responsabilidad en las empresas.
Las escuelas de negocio españolas están muy reconocidas internacionalmente; de hecho, varias de ellas aparecen siempre en las primeras posiciones de los rankings internacionales, y sus programas son muy demandados por las empresas.
Pero a este escenario hay que añadirle la aplicación inminente del Proceso de Bolonia, que implica que en el año 2010 habrá dos títulos oficiales de postgrado: el Título Oficial de Máster (hasta ahora inexistente) y el de Doctorado, por lo que la llamada “formación de postgrado oficial” cobra un protagonismo trascendental.
En España se imparten actualmente unos 2.700 títulos de postgrado oficiales aprobados por las comunidades autónomas (unos 1.800 másters y 900 doctorados). Y estas titulaciones compiten con lo que hasta ahora entendíamos como máster clásico, normalmente impartido por una escuela de negocios.
Las propias universidades tampoco tienen una misma política en este asunto y, a pesar de la proximidad de la implantación de Bolonia, cada una está siguiendo una política diferente: la Complutense, por ejemplo, que es la que más alumnos tiene en España, este año ha decidido no impartir ningún título de master oficial de los incluidos en la normativa que entrará en vigor en 2010.
También se da este escepticismo o falta de interés por aplicar las nuevas directrices en países que firmaron el proceso. Es el caso de Alemania, donde sus autoridades educativas se están planteando, a día de hoy, no implantar el nuevo sistema.
Llevamos tiempo oyendo hablar del fin o de la conversión del máster clásico con la llegada de Bolonia, pero a medida que nos vamos acercando al 2010 vemos que esto no es así, que las empresas siguen valorando y demandando cada día más lo que siempre hemos entendido como Máster.
Pero a pesar de estas posturas escépticas y de un escenario todavía por definir, no cabe duda de que, por las razones que exponíamos al principio, la formación de postgrado va a seguir jugando un papel trascendental en los próximos años.
Así pues, es de esperar que se unifiquen posturas entre todos los países de la Unión Europea y que en el 2010, el Espacio Europeo de Educación Superior sea un marco de actuación reconocido homogéneo y respetado por todos los actores.
Para ello, debemos seguir esforzándonos por cuidar y mejorar la calidad de la formación de postgrado y tratar de que se adapte a las demandas y necesidades reales de este competitivo mercado laboral. Y para quienes estén preocupados por su futuro profesional ante los embates de esta crisis, un consejo contundente: mejore su formación con un máster.
Rafael Rodríguez-Alberola
Socio Director de Círculo Formación
Fuente:
circuloformacion