Un correo electrónico inesperado puso a Cortni Marie Nucklos, una adolescente de una familia pobre de Carolina del Sur, en la vía rápida hacia la Universidad de Harvard. Ella forma parte de un grupo de unos pocos afortunados que Harvard y otras universidades de élite quieren atraer.
Las universidades norteamericanas quieren dejar de ser reducto de la élite
Hace dos años, la única fuente de manutención de Nucklos era su madre, una operadora de equipo de una fábrica textil que ganaba menos de 30.000 dólares al año (unos 19.500 euros). Harvard no estaba en la mente de la muchacha, hoy de 18 años, hasta que recibió una invitación a una sesión de reclutamiento. Su madre condujo 80 kilómetros para llevarla a una charla sobre enseñanza gratuita ofrecida por la universidad, que tiene su sede en Cambridge, Estado de Massachusetts, y es la más antigua, la más rica y la más elitista de Estados Unidos.
Harvard está enviando reclutadores a localidades deprimidas, cortejando a solicitantes de bajos ingresos para contribuir a diversificar su cuerpo de estudiantes de grado, compuesto por 6.715 jóvenes en su mayor parte provenientes de familias acomodadas. También la Universidad de Yale y otras instituciones de la llamada Ivy League -reconocida por su alto nivel académico- están atrayendo tantos estudiantes en situación económica desventajosa como quieren, incluso con ofertas de enseñanza gratuita.
Nucklos fue convencida de presentar su solicitud cuando los reclutadores le dijeron que la ayuda financiera cubriría casi todos los costes anuales de la universidad, que suman 47.215 dólares (más de 30.500 euros), incluyendo alojamiento y comida. "Fue tan convincente", dijo. "En realidad me resultaba más barato ir a Harvard que a una universidad estatal cercana a donde vivo".
El pasado diciembre, Harvard revisó sus planes de ayuda para volverse más accesible a la clase media y ampliando su actual política de enseñanza gratuita para estudiantes de familias con ingresos anuales de 60.000 dólares.
Menos conocida es la campaña de reclutamiento entre familias pobres iniciada por Harvard y que apunta a impedir que la institución se vuelva un reducto exclusivo de ricos. "Lo que tratamos de hacer es acercar a esta gente que falta", dijo William Fitzsimmons, decano de admisiones a las carreras de grado. "Necesitan la oportunidad de competir contra los ricos", añadió.
Solo el 12% de los estudiantes de grado de Harvard reciben Pell Grants, una forma de ayuda para las familias con ingresos inferiores a 40.000 dólares. Más del 40% de las familias estadounidenses están en esa categoría, según la Oficina del Censo.
"El logro académico está altamente correlacionado con los niveles de ingresos, y esto no es algo que estas instituciones puedan cambiar por sí solas", dijo Sandy Baum, profesora de Economía en el Skidmore College de Saratoga Springs, Estado de Nueva York.
Cerca de diez años antes, Harvard reconoció la necesidad de buscar a estudiantes de familias de ingresos bajos y medios, con la finalidad de maximizar oportunidades para los estadounidenses. La escuela también se enfrenta a la amenaza que supone una ley que la obliga a gastar más capital de su fondo de 34.900 millones de dólares en ayudas estudiantiles.
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